El año 1264, para contrarrestar los daños que a los fieles causaban los herejes
Sacramentarios, que negaban la real presencia de Jesucristo en el Santisimo
Sacramento, el Pontífice Urbano IV expidió su Bula Transiturus de hoc mundo ad
Patrem,
instituyendo la solemnísima festividad del Coipus Christi.
Consta por el Bulario Magno de Querubino, que enseguida se fundaron en muchas partes Cofradías para el mayor culto de tan admirable Sacramento y Tudela, firme siempre en sus creencias, dócil siempre a las insinuaciones de los Romanos Pontífices, no podía faltar en este universal concierto de piedad y devoción. Por eso, pocos años después debió fundarse en esta ciudad la Cofradía, que con el nombre de
“Esclavitud o Hermandad del Santísimo Sacramento”, existía y funcionaba todavía en el pasado siglo en la Parroquia de Santa María de nuestra Catedral Tudelana.
Sus primitivos Estatutos, escritos en antiquísimo pergamino no llevan fecha, pero por su estilo, carácter de letra y pintura que tienen por principio y, todavía más, por los cofrades que allá se nombran, se deduce claramente que dichos Estatutos se escribieron poco después del Pontificado de Urbano IV.
Aparecen en dicho pergamino entre los cofrades, o coiffraydes como Miguel Perez Baldoyn, que vivía en 1317, D. Miguel del Bayo que en 1322 era “vicario de la iglesia de San Miguel de dentro de los muros de Tudela [para significarla de la ermita de San Miguel de Afuera] y Fr. Guisar de Borgada, que era Prior del Monasterio de Santa Cruz en 1366. Tales datos confirman que esta Cofradía data de fines del siglo XIII, pues ya a principios y mediados del XIV aparecen como cofrades, hombres que por cargos que desempeñaban, debían ser maduros de edad.





La primera acta encontrada está calendada en 1397 y desde entonces hasta la fecha, son muchas las fases por que ha atravesado la Cofradía.
Generalmente han sido sus Priores los Racioneros-Vicarios de la Catedral y siempre han pertenecido a ella las personas más distinguidas de la Parroquia por su dignidad y nobleza, Canónigos, Priores de los antiguos Monasterios, Srs. De San Adrián, Monteagudo y Barillas, los González de Castejón, Guendulain (Guindulain), etc.
La Cofradía ha celebrado constantemente sus juntas o Capítulos en lo que ha sido sacristía de la Parroquia, que no tenía más puerta que la que da al claustro, cuya sacristía fue Capilla llamada de Santa María la Blanca hasta 1522 (Allí celebraba sus sesiones el Ilmo. Cabildo). En esta fecha se cedió al gremio de pelaires, que a comienzos de este siglo XX conservaba allí su pendón, y desde entonces perdió su primer nombre de Santa María la Blanca, tomando el de Capilla de San Lucas, patrono del gremio, hasta el año 1791 en que, construida ya y destinada para Parroquia la capilla del Espíritu Santo, se abrió por ésta otra puerta y se destinó para sacristía de la misma.





Como el fin principal de la Cofradía fue dar culto al Santísimo Sacramento, según queda indicado, y como todas las Cofradías tienen al menos un día cada año destinado a festejar a su Patrón, establecida ésta en la Catedral, tropezó con el inconveniente de que el día del Corpus, que parecía el indicado al efecto, no podía verificarlo por impedirlo la solemnidad con que lo celebra el Cabildo, por lo que, de acuerdo con el mismo, se destinó para tal objeto el día primero de la Pascua de Resurrección. Aquí encontramos el origen del “Ángel” y del “ Volatín”.

La bajada de/ Ángel, así llamada porque un niño, vestido de ángel, suspendido en una maroma, es llevado por medio de un torno a través de la actual plaza de los Fueros, hasta llegar a donde, en hombros, tienen la imagen de la Virgen, cubierta su cabeza con un velo negro, en señal de la tristeza que le causaba la muerte de su Hijo Jesucristo.
Como en la resurrección del Señor (así lo describen los Evangelios), un espíritu celeste se apareció a María Santísima anunciándole tan fausto acontecimiento y entonando el alegre Aleluya, que secó las lágrimas que la Santa Virgen vertía y transformó su rostro abatido por la tristeza, volviéndolo a su habitual alegría, así este ángel simulado, al llegar a la Virgen, le quita con gran reverencia el negro crespón y, como queriendo comunicarle tan grata noticia, lanza a los aires papelitos de colores en los que va impreso el gráfico aleluya, que expresa en síntesis el general regocijo de la cristiandad (el primer año que se tiraron aleluyas fue el 1867). En los últimos años, antes de quitarle en velo negro, con voz potente, el ángel le dice a la imagen: “A légrate María que tu hijo ha resucitado”.





No siempre se ha celebrado como al presente esta religiosa función. Desde sus comienzos o sea desde el siglo XIII o principios del siglo XIV. hasta el año 1663 acompañaban al Señor en la procesión, seis niños vestidos de ángeles “a los cuales se les daba confituras” y sin que nos conste la manera en que anunciaban la Resurrección a la Madre de Dios: Pero sabemos que el mencionado año 1663 fue el primero en que se celebró como al presente, y que tanto gustó la nueva forma de celebrar la fiesta, que se aumentó mucho el número de cofrades y Diego de Villamayor quiso pagar a los mayordomos todo el gasto que les había ocasionado la innovación.

Establecido como queda que desde 1663 se celebraba la procesión del Angel como al presente, pasemos a detallar algunas circunstancias relativas al lugar y forma en que se hacía.
Después de las Completas del Sábado Santo, la Cofradía con el niño ángel, presidido por el Canónigo Vicario, acompañaba a la imagen de la Purísima que era llevada en hombros por cuatro Capellanes hasta la Casa Consistorial, en cuyo salón, bajo permanecía hasta el día siguiente, Domingo de Pascua.
Ese día, a las seis de la mañana (siempre se celebraba a la misma hora hasta muy avanzado en presente siglo en que se atrasó a las siete y luego a las nueve), el Ilmo. Cabildo, el Ayuntamiento y la Cofradía salían de la Catedral por la puerta llamada de los Peones (llamada así porque allí se reunían los jornaleros para concertarse con los propietarios que los llevaban al trabajo) o de Nuestra Señora del Portal y dando la vuelta por la calle del Almudí (hoy Pontarrón) y calle de la Lechuga (hoy desaparecida), se dirigían a la plaza de Santa María.
Al llegar a ésta el santísimo Sacramento, colocada ya convenientemente la Purísima a la parte baja, frente a la Casa de la Ciudad, se descorría unas cortinas en el balcón central, donde aparecía el Ángel, como al presente, suspendido de una maroma que cruzaba la plaza a lo largo, y por ella conducido el niño-ángel hasta llegar a la Virgen y quitarle el velo, como ahora se hace. Hecha esta ceremonia tiraban en dirección contraria de otra cuerda delgada unida a la nube, que entonces le llamaban bomba, hasta introducir al Ángel en el salón Consistorial, donde lo descolgaban para que se incorporara a la procesión, que continuaba por las calles de Rúa, Plaza San Jaime, Merced y Lagos, entrando en la Catedral por la misma puerta que había salido. A continuación se cantaba la misa del Sacramento con sermón.

El año 1822 las cortinas de donde salía el niño-ángel, se sustituyeron por una perspectiva de madera pintada, que debía ser parecida a la que viene utilizándose actualmente. Sabemos que el año 1937 fue repintada por José Navascués y por último, en 1985 volvió a repintarse, ésta vez por las manos de José Catalán Moreno.

Así se ha venido practicando desde 1663 sin más variantes que la que se hizo en 1854, en que vista la facilidad con que el Ángel se podía manchar o quemar con una vela que llevaba en la mano, cuando iba suspendido en la maroma, se acordó sustituirla por una banderita pequeña.





Desde el año 1850, en lugar de celebrarse en la Plaza Vieja, se lleva a cabo en la Plaza Nueva o Plaza de los Fueros, variando consecuentemente el recorrido procesional. El 6 de abril del año 1851, el Ayuntamiento expuso a la Cofradía que por causa de encontrarse ruinosa la fachada de la Casa Consistorial, y por ser pequeña aquella plaza para tanta aglomeración de Tudelanos y forasteros, era conveniente trasladar el religioso espectáculo a la Plaza Nueva o de la Constitución. La Cofradía accedió gustosa a los deseos de la Corporación Municipal y ésta, rogada por la Cofradía dio cuatro duros en atención a los gastos que el traslado ocasionaba, por tener que reformarse “la perspectiva de donde el Angel sale” cuya reforma la hizo “el maestro Bernardino Golmayo”. De modo que el Domingo de Pascua 20 de abril de 1851, ya se hizo la “Bajada del Ángel” en la Plaza de la Constitución, hoy de los Fueros.

En el transcurso de más de seis siglos no se ha dejado de celebrar la función del Ángel más que en muy contada ocasiones: la primera en los años que median entre 1809 y 1813, en que se suspendió por temor a que las tropas francesas causasen irreverencia, agravios y desacatos al Señor Sacramentado; de modo que en esa época no se hizo la procesión en cinco años seguidos, ni tampoco hubo Volatín. La segunda vez el año 1869 en que, al llegar la procesión a la Plaza de la Constitución, comenzó a nevar tan copiosamente que, sin poder salir el Ángel, hubieron de guarecerse todos en la iglesia del santo Hospital, donde se celebró la misa con sermón, que había de haber sido en la Catedral. Tampoco se celebró entre los años 1932 al 36 que ostentaba el poder la
República: Tampoco el año 1958, a causa de la lluvia.

[Julio Segura Moneo.Archivero Municipal]